martes, 15 de diciembre de 2009

Entonando el "mea culpa"....

A veces la familia, amigos, pareja... son de mucha ayuda cuando haces dieta o tienes buenos propósitos... en otras ocasiones son realmente implacables, sobre todo cuando quieres desviarte de tu meta.
¿Recordáis que ayer aseguré que iba a ir al gimnasio? Pues no fuí. No, no fuí, el gimnasio es mi punto débil, porque por mucho que sé que me conviene, que tengo que ir, que me voy a sentir muy bien, que aumentar mi musculatura hará que pierda peso más fácilmente, que segregaré unas hormonas que me harán flotar... Pues nada, me cuesta horrores ir. Ir, ¿te lo puedes creer? Es ir, una vez allí me encanta, me alegro de estar allí y me siento genial, pero cuando tengo que dar el paso de encaminarme hacia el gimnasio... algo se apodera de mí, una fobia, una aprensión.... y nada, que no voy aún teniéndolo a 10 minutos de casa. Y con la que está cayendo, que hace un viento y un frío que pela... pues nada, que necesito doble ración de voluntad.
Pues hoy he ido!!! Síííííí!!! Después de cinco meses ayudando a la manutención del gimnasio, ¡he vuelto! Ha sido estupendo hasta que ha habido tanta gente en la piscina que ya era un agobio y hemos tenido que "emigrar" a la piscina pequeña, pero bueno, la próxima meta es intentar ir cuando no hayan clases, ni niños ni nadie que ocupe dos carriles en la piscina, que es lo que me gusta y lo que tengo que hacer.
A ver si mañana sigo con mi buena racha de ir. Esta vez sola, hoy me ha acompañado mi chico, mañana... es cosa mía, si lo consigo será doble logro! Mañana os cuento, ¿vale?

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